Un patrón óptimo de sueño tiene implicaciones importantes para el mantenimiento de la salud. Sin embargo, entre el 14% y el 40% de la población general tiene problemas para dormir, incluida la duración insuficiente del sueño, la latencia prolongada del sueño, los despertares nocturnos frecuentes y prolongados, y otros trastornos del sueño.
La falta de sueño y el deterioro del sueño pueden afectar el rendimiento cognitivo en niños y adultos. Con el tiempo, los patrones de sueño alterados activan predisposiciones genéticas patológicas y se relacionan con la aparición de desórdenes o alteraciones fisiológicas, teniendo más propensión al exceso de peso, la irritabilidad, falta de concentración, cansancio generalizado… La alta prevalencia y el consiguiente impacto negativo de la alteración del sueño ponen de relieve la importancia de intentar establecer hábitos saludables e intentar modificar los factores potencialmente dañinos.
Existe una relación entre los problemas del sueño y la ingesta dietética y viceversa. La cantidad y hora de consumo de los carbohidratos y los aminoácidos (específicamente el triptófano), pueden involucrar e influir en los niveles de los neurotransmisores implicados en el sueño y afectar los patrones del sueño. La ingesta de micronutrientes no ha recibido tanta atención como los macronutrientes como un factor modificable para la falta de sueño y los problemas de sueño. Sin embargo, los estudios experimentales indican que los micronutrientes (como el zinc, vitamina B6, vitamina C, triptófano, tirosina, etc.) son imprescindibles para que las sustancias que actúan como señales químicas en la regulación del sueño, actúen.
Ji X, Grandner MA, Liu J. The relationship between micronutrient status and sleep patterns: a systematic review. Public Health Nutr. 2016;20(4):687–701.